Hola amigos!
Esta semana continua la travesía por satisfacer una de nuestras necesidades primarias más vitales: la seguridad. Y me quedo solo con esta necesidad, y no con muchas otras que podría nombrar, pues la que más se repite entre todas las historias de emigración que he escuchado.
Porque cualquier que se encuentre fuera lo ha pensado: ¿Y si no fuera por la inseguridad?¿Me hubiera quedado?
Ojo, que cuando hablo de inseguridad no sólo me refiero a los robos, secuestros y asesinatos - me refiero también a inseguridad en todos los sentidos (económica, política y social).
Pero el día de la llegada al Edén no estamos pensando en eso... Ese día, el que pensamos es el primer día del resto de nuestras vidas, estamos dichosos y plenos. Es como si fuéramos ciegos y de la noche a la mañana hubiésemos abierto lo ojos y un mundo nuevo estuviera plantado ante nosotros.
Todo lo que nos rodea huele bien, sabe bien y se pinta bien.
Nos bajamos del avión llenos de buena vibra y nos parece que la aeromosa/azafata fue lo máximo, que las 9 horas de vuelo no fueron tan largas, que el clima (en mi caso 38ºC) no están tan mal, que el cielo se ve más azul; en fin todo lo que enfrentamos ahora lo medimos y pesamos superior a lo que conocemos.
Llegas a tu apartamento, alquilado a distancia por internet, y te maravillas de ver que todo es tal y como lo mostraban las fotos y piensas "es que las cosas aquí si funcionan". Emocionado, bajas a recorrer la urbanización a la que te mudaste, feliz de que al fin puedes caminar por las calles a cualquier hora y hacia cualquier destino. Entras en el bar de la esquina y pides la cerveza nacional para comenzar a mezclarte con el entorno.
Luego de caminar sin rumbo, maravillado por lo que te rodea, vuelves de nuevo a lo que a partir de ahora llamas casa y sigues contento por lo que viene; deshaces la maleta, te encanta todas las opciones de aprovechamiento de espacio puedes encontrar para un apartamento tan pequeño, te das cuenta que trajiste demasiadas cosas y muchas de ellas son innecesarias, caes en cuenta que más del 50% de tu ropa no te sirve para el clima en el que estás, buscas espacios para las 300 maletas que trajiste porque uno nunca sabe que te hará falta.
Te acuestas a dormir a las 11pm, pero tu organismo te dice que para ti son las 5 de la tarde y que aun te quedan 6 o 7 horas de vida! Entonces das vueltas en la cama, de un lado para otro, pensando en como resultará toda esta aventura, haciendo cuentas mentales para saber si el dinero que trajiste es suficiente para aguantar hasta que haya un ingreso y si las cosas serán siempre tan novedosas y emocionantes como este primer día.
Así pasan los primeros días y comienzas a entrar en la rutina diaria del lugar - tratando de adaptar las costumbres que traes con las del nuevo escenario y empiezas a sentir los cambios en las cosas más pequeñas. Hacer mercado, por ejemplo, mientras antes lo más complicado era sacar las bolsas de la maleta del carro y llevarlas hasta el ascensor, ahora hay que hacer mercado a pie y tienes que llevar tus propias bolsas; mientras antes sólo abrías la puerta de la casa y botabas la basura por el "bajante" a la hora y el momento que quisieras, ahora debes conocer los horarios de la basura y bajar las ahora 4 bolsas (desechos seleccionados por tipo de reciclaje) y, si no tienes suerte, caminar hasta 6 cuadras con estas bolsas hasta el contenedor de cartón, vidrio y plástico más cercano; o simplemente entrar al baño y olvidarte de que ahora el interruptor de la luz está del lado de afuera de la puerta (jajajaj nos ha pasado más de una vez) - y como estas, pequeñas otras cosas que comienzan a sumar en el proceso de concienciar el gran cambio al que te estás sometiendo.
Pero en medio de esta realización, se confirma el dicho de que el hombre es un animal de costumbre y sin siquiera darte cuenta, comienzas a adaptarte a los cambios progresivamente... Pero a medida que esta adaptación se comienza a gestar, la nostalgia del pasado va creciendo y la crianza de años comienza a empujar hacia afuera... porque el cambio es posible, pero cuesta...
Pero en medio de esta realización, se confirma el dicho de que el hombre es un animal de costumbre y sin siquiera darte cuenta, comienzas a adaptarte a los cambios progresivamente... Pero a medida que esta adaptación se comienza a gestar, la nostalgia del pasado va creciendo y la crianza de años comienza a empujar hacia afuera... porque el cambio es posible, pero cuesta...